Coincidiendo con el final de la primavera y los días con mucha luz. Fiesta del Lajkonik en Cracovia, te invitamos a conocer más sobre ésta.
¿Cuándo se celebra?
Cada año, ocho días después de la celebración del Corpus Christi, una famosa figura recorre la ciudad de Cracovia acompañado de centenares de personas. Todos ellos, desean ser tocadas por su bastón, pues es bien sabido que sus golpes traen suerte. Casi todos lo conocen como el Lajkonik, aunque otros tantos, se refieren a él como Zwierzynieckim o Tatarzynem. Casi seguro se nos quedará el nombre que aparece en el título, fiesta del Lajkonik en Cracovia, sin duda una cita obligada coincidiendo en los días con mayores horas de luz para visitar la antigua capital de Polonia. Es probablemente el icono más característico de la localidad por donde discurre el río Vístula, eso sí, con permiso del dragón, otro elemento legendario bien popular entre los lugareños y forasteros.
Un nombre muy usado. Fiesta del Lajkonik en Cracovia
Su nombre ha sido prestado muchas veces por grupos artísticos, puntos gastronómicos (por ejemplo una cadena de reposterías), oficinas de turismo, empresa de autobuses y otra alimenticia que comercializa unas ricas galletas saladas entre otros productos.
En cualquier caso, se trata de un pintoresco personaje, caracterizado como un jinete barbudo a lomos de un caballo blanco. En su mano porta una maza y va vestido con ropajes saturados de motivos orientales, unos zapatos rojos y un sombrero puntiagudo en la cabeza. Si bien, la historia se remonta al siglo XIII: cuando los pueblos nómadas de las lejanas estepas mongolas emprendieron marchas por la Pequeña Polonia (Małopolska), dejando a su paso muchos pueblos y ciudades devastados. Para los habitantes de la ciudad, el pueblo tártaro se convirtió en un verdadero terror.
La leyenda. Fiesta del Lajkonik en Cracovia
Una noche de junio de 1287, los tártaros se acercaban a las murallas de la ciudad sin ser percibidos. De modo que, para evitar enfrentamientos militares por la noche, los tártaros decidieron detenerse a la orilla del Vístula cerca de la aldea de Zwierzyniec. Al amanecer, se dispondrían a atacar la ciudad; sin embargo, los barqueros del Vístula notaron su presencia. Acto seguido, asaltaron a los tártaros aprovechando el momento en el que éstos estaban durmiendo, y así salvaron la ciudad del más que probable saqueo.
Después de los acontecimientos relatados los barqueros se disfrazaron con sus trajes, se mancharon la cara con hollín de las hogueras y montando a los caballos conquistados, entraron en la ciudad. Al principio los habitantes se aterrorizaron, pues pensaron que se trataba de uno más de los ataques tártaros, pero pronto los barqueros se quitaron sus atuendos asiáticos para mostrar su verdadera identidad y hablaron sobre sus aventuras que les habían sucedido la noche anterior. Los cracovianos se regocijaron y su temor se convirtió en una gran alegría. Las autoridades de la ciudad organizaron una fiesta en honor a los barqueros y el alcalde de Cracovia decidió conmemorar este acontecimiento. De modo que cada año un barquero se disfrazaría del Kan tártaro y, acompañado de otros barqueros, efectuarían un solemne desfile por las calles de la metrópolis.
El evento en la actualidad
En recuerdo a aquellos hechos, todos los años, desde primera hora de la mañana se festeja un desfile que transita desde el claustro del monasterio premonstratense hasta la Plaza del Mercado de Cracovia (Rynek Główny). Al frente se encuentra el Lajkonik, acompañado de veinte pares de almadieros, armados con azadas y la banda Mlaskotów con sus tambores, violines y bajos. En el camino, la comitiva visita los bares, tiendas e incluso oficinas de los alrededores, donde baila y recoge tributos simbólicos. El jolgorioso grupo también recibe un homenaje de los numerosos residentes de Cracovia que arrojan pequeñas monedas a una canasta atada al cinturón de Lajkonik. Mientras que, él a cambio, les golpea delicadamente con su maza, para concederles salud y buena suerte. Durante la marcha, los tártaros realizan el baile más hermoso frente a la Filarmónica de Cracovia. Y después de esto, se dirigen hacia la Torre del Ayuntamiento, para bailar frente al alcalde de la ciudad y brindar con una copa de buen vino.